Mi borde piel te
conoce, te prefiere,
te elige, te
busca y te espera
desde el mismo segundo
que sigue al
beso.
En ese instante
el mundo se
vuelve inmenso e innecesario
y empiezo andar
hacia mi único y
deseado horizonte
que es la línea
de tus hombros.
Horizonte que de
tanto en tanto
se deja alcanzar.
Es entonces
cuando me aferro a tu cuello
adivinando el precipicio más allá de tu boca.
Me vuelvo
reiterativa con tu pelo
y te respiro con urgencia de adicta.
Desde el mismo segundo
que sigue al beso,
te extraño amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario